Hacia la plaza
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En los aledaños de la plaza no llegamos a identificar a ningún personaje - ni siquiera taurino, - catalán, antaño tan habituales por estos pagos . Apreciamos bastantes guiris, algún aficionado francés y , en su mayoría , afición local. Dentro, en la plaza, destacaban las figuras del matador de toros Tomás Campuzano, hoy apoderado de Salvador Vega, con su eterna sonrisa saludando a diestro y siniestro. Recuerdo que, aún siendo novillero, participó en el último festejo taurino celebrado en la plaza de toros de Las Arenas de Barcelona en el año 1977.
Era identificable la figura visible de Torosanda, actual gestor de esta plaza, el empresario, y ganadero Manuel Ángel Millares, que aprovechando esta doble faceta presentará a concurso un toro de los herrados con su nombre, de procedencia Jandilla, aunque posee otros hierros de encastes Atanasio y Núñez.
También me pareció reconocer por allí a José Luís Algora, veterinario y gerente de la ganadería de Partido de Resina, los míticos pabloromeros.
Así, com muy buen ánimo acudimos, centrando nuestro interés en apreciar la ejecución de la suerte de varas y en comprobar el juego de los villamarta de Guardiola, pabloromero de Partido de Resina y santacoloma de Ana Romero. Lo demás, también, pero menos.
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Por la megafonía de la plaza se informa al público de que los toros deberán acudir tres veces al caballo: las dos primeras serán picados con puya y la tercera con el regatón. Los caballos de picar pertenecen a la Cuadra Navarro, de Llíria.
Las funciones del alguacilillo fueron oficiadas por un caballero vestido de corto. Parece ser que era un caballista que había actuado en un festival de doma unos días antes en este mismo escenario. El inicio de paseíllo parecía el de un cartel mixto con rejoneador incluído, pero no, el jinete propició que su montura ejecutara unas cuantas cabriolas y entregó la llave de toriles
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Ningún toro entró tres veces al caballo, a duras penas lo hicieron dos. Aún así, el Jurado designa como mejor toro – el más bravo, dicen – a Florido de Ana Romero. El mayoral de ésta, Francisco Gómez, ubicado en el callejón de la plaza desde el inicio de la corrida era el único vestido de corto. Qué casualidad.