Gallito y Belmonte

Gallito y Belmonte
Desde 1914 España se divide entre gallistas y belmontistas. Se ha llegado a decir que la división entre aliadófilos y germanófilos no fue sino una politización innecesaria de la pugna sustancial entre los de José y Juan. Con ambos llega un nuevo concepto de la tauromaquia, la creación de grandes plazas - las Monumentales - impulsadas por Joselito- y el acercamiento de los intelectuales a la Fiesta, mérito de Belmonte, que desde novillero se aficionó al trato de Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Romero de Torres y otros artistas taurófilos. Es famoso el diálogo con Valle:

- Ahora, Juan, ya sólo te queda morir en la plaza.

- Se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda.

A veces, Belmonte se quedaba a dormir en el estudio de Solana o de Vázquez Díaz, a sus anchas entre libros y cuadros. Y no era una pose. Paco Madrid, compañero de las primeras capeas, aseguró que junto a la espuerta con el utillaje taurino llevaba siempre otra llena de libros: «Un torero más leído y más bañado no lo ha habido ni lo habrá jamás». Con el dinero y la gloria llegaron los contratos para América, llenos de aventuras increíbles en el México de la revolución o en la Lima encantadora y colonial, que le recordaba a Sevilla y en la que encontró esposa. ¿Cogidas? Todas. Pero la peor fue la de Joselito. Habían llegado José y Juan a ser grandes amigos. Del mismo modo que José acabó toreando en los terrenos de Juan, y Juan aprendiendo la técnica de José, aunque con limitaciones físicas, sus dos personalidades se fueron hermanando.

Gacetilleros, revisteros y críticos

Gacetilleros
En los anales del periodismo taurino aparece el gacetillero, que redactaba gacetillas que eran noticias cortas, muy escuetas. Posteriormente fueron los denominados revisteros, ya que el término gacetillero - cada vez más –fue adquiriendo connotaciones peyorativas.

Los revisteros escribían una reseña muy pormenorizada de la corrida, llena de detallles punto por punto de lo que observaban sin manifestación de su opinión. La estructura tradicional de sus escritos consistía en la descripción minuciosa de lo acaecido toro a toro.

De aquí, surgió la crónica taurina que desarrolla el pensamiento crítico del autor que plasma virtudes y defectos, con mayor o menor gracia, incluso puede pasar a comentar otros aspectos generales de la fiesta de los toros o arremeter contra otros críticos o cronistas del momento.

La Revista

La Revista
La Revista, como la denomina su autor, es una libreta original de tapas duras enteladas, escrita, de puño y letra, por el crítico taurino Carlos Revenga Chavito, en los meses de mayo de 1921 y 1922. Dicha Revista, se inicia con una dedicatoria al aficionado – y amigo del autor - José Ferriols Amat, que en aquellos tiempos regentaba una librería en la calle de la Boqueria número 36 de Barcelona, según he podido averiguar. Éste, a su vez, era amigo de Florencio Marcano, trabajador de la plaza de toros Monumental de Barcelona y también gran aficionado. Fue su nieto, Pere Seró i Marcano, así mismo aficionado, quien descubrió entre otros muchos documentos la Revista y me la hizo llegar.

El cuaderno consta de dos escritos: En los funerales de Joselito y Toros en Madrid. La novillada de ayer. Así mismo, incluye dos fotos recortadas del gran Gallito. Según inscripciones del propio Chavito, los escritos fueron publicados en El Mundo, el 26 de mayo de 1921 y en El Tiempo, el 27 de mayo de 1921.

Finalmente, en la última página figura la anotación: A la muerte de Granero. Ésta se refiere al fallecimiento de Manuel Granero Valls, torero valenciano que fue cogido mortalmente en Madrid, el día 7 de mayo de 1922 por el toro Pocapena del Duque de Veragua, coincidiendo en el tiempo con la redacción de dicha Revista.